Psoriasis y salud mental: un enfoque práctico

Actualización

Puntos clave

  • La prevalencia de la ansiedad, la depresión y las ideas de suicidio es más elevada en los pacientes con psoriasis que en la población general y que en los pacientes con otras enfermedades dermatológicas1,2.
  • Los trastornos de salud mental pueden desencadenar brotes o empeorar la gravedad de la psoriasis1,3.
  • El estigma asociado a la visibilidad de las lesiones cutáneas, las comorbilidades, la falta de respuesta al tratamiento, la cronicidad de la enfermedad y la propia inflamación contribuyen al deterioro de la calidad de vida y de la salud mental de los pacientes con psoriasis4,5.
  • La escala de ansiedad y depresión de Goldberg y la escala de ansiedad y depresión hospitalaria son herramientas útiles para detectar ansiedad o depresión en los pacientes con psoriasis y decidir cuándo se les debe derivar al especialista6,7.
  • La valoración psicológica debe realizarse una vez al año en los pacientes con tratamiento local y cada 6 meses en los pacientes con tratamiento sistémico6.
  • La adopción de hábitos de vida saludables, el uso de agentes biológicos para tratar la psoriasis y la terapia psicológica pueden mejorar la salud mental de los pacientes con psoriasis2,8.

Introducción

Aunque la psoriasis es una enfermedad cutánea, se asocia a numerosas enfermedades concomitantes que afectan a otros órganos y sistemas, de entre las que destacan los trastornos psiquiátricos, como la ansiedad y la depresión. Estas enfermedades tienen un gran impacto en la calidad de vida de los pacientes e, incluso, pueden tener un efecto negativo sobre la evolución de la propia psoriasis2. Por ello, el abordaje de la psoriasis debe contemplar el tratamiento de las lesiones cutáneas, pero también la valoración del estado psicológico de los pacientes.

Asociación entre la psoriasis y los trastornos de salud mental

Los trastornos mentales y la psoriasis se interrelacionan en un peligroso círculo vicioso1,2. Por un lado, la psoriasis favorece la aparición de alteraciones del estado de ánimo o de trastornos como la ansiedad o la depresión. Por otro lado, el estrés y los trastornos de salud mental también pueden desencadenar brotes o empeorar la gravedad de la psoriasis1,3.

Según algunos estudios, hasta el 43 % de los pacientes con psoriasis sufre ansiedad y hasta el 62 %, depresión2,4.

El riesgo de sufrir ansiedad, depresión e ideas de suicidio es más elevado en los pacientes con psoriasis que en la población general o incluso que en los pacientes con otras enfermedades dermatológicas1,2. Además, aunque la prevalencia de estos trastornos es más alta en los casos de psoriasis grave2, los pacientes con psoriasis leve también muestran una mayor predisposición a padecerlos1.

Las mujeres, los niños y las personas de edad avanzada con psoriasis son más propensas a sufrir trastornos de salud mental como la depresión5.

Factores que afectan a la salud mental

Son varios los factores que pueden explicar la relación entre la psoriasis y la salud mental. Por un lado, la visibilidad de las lesiones cutáneas afecta a la imagen corporal, lo que disminuye la autoestima, la seguridad en uno mismo y el bienestar y conduce al aislamiento social, la ansiedad y la depresión5,9. Además, el impacto de otras comorbilidades asociadas a la psoriasis, la falta de respuesta al tratamiento y la cronicidad de la enfermedad también tienen un efecto negativo en la calidad de vida de los pacientes4.

Por otro lado, la propia inflamación característica de la psoriasis podría jugar un papel en la aparición de los trastornos de la salud mental4,5. La producción de citocinas proinflamatorias podría explicar algunas de las alteraciones neuroendocrinas y conductuales asociadas a la depresión2.

Evaluación de la salud mental en los pacientes con psoriasis

Evaluar la salud mental es un componente fundamental de la atención a los pacientes con psoriasis. Los médicos deben ser conscientes de la asociación que existe entre la psoriasis y los trastornos de salud mental para informar al paciente, ofrecerle los recursos que necesite, valorar el tratamiento más adecuado y derivarle al especialista cuando sea necesario10.

Aunque existen varias herramientas para valorar el estado psicológico del paciente en la consulta del dermatólogo, las más recomendadas son las siguientes:

  • La escala de ansiedad y depresión de Goldberg. Es una de las herramientas más sencillas y breves para hacer una primera aproximación al diagnóstico de depresión y ansiedad en el ámbito de las especialidades no psiquiátricas. Esta herramienta incluye dos subescalas, una para la ansiedad y otra para la depresión, cada una de ella con 9 preguntas relativas a los síntomas psicológicos experimentados por el paciente durante los 15 días previos. Se debe derivar al especialista si el paciente responde afirmativamente a ≥4 preguntas de la subescala de ansiedad o a ≥2 de la subescala de depresión6.
  • La escala de ansiedad y depresión hospitalaria. Al igual que la anterior, comprende una subescala para la ansiedad y otra para la depresión, cada una con 7 preguntas que puntúan de 0 a 3. En este caso, se recomienda derivar al médico de atención primaria si se obtiene una puntuación ≥8 en la subescala de ansiedad o en la de depresión, o derivar al psiquiatra si la puntuación es ≥15 en la subescala de depresión o si se sospecha que el paciente tiene ideas de suicidio7.

En el caso de que el paciente ya haya sido diagnosticado de ansiedad o depresión y siga un control periódico, se debe incidir en la importancia de mantener el tratamiento prescrito y de acudir a las revisiones periódicas6,7.

La valoración psicológica debe realizarse una vez al año en los pacientes con tratamiento local y cada 6 meses en los pacientes con tratamiento sistémico6.

Si no es posible realizar una evaluación exhaustiva, algunos autores recomiendan realizar, al menos, dos preguntas sencillas para evaluar el estado de ánimo9:

  • «Durante las últimas 2 semanas, ¿se ha sentido decaído, deprimido o sin esperanza?»
  • «Durante las últimas 2 semanas, ¿ha tenido poco interés o placer en hacer las cosas?»

El tratamiento de la psoriasis debe ser multidimensional y contemplar el bienestar psicológico, social y físico2.

Tratamiento de las alteraciones de la salud mental en los pacientes con psoriasis

Las medidas que contribuyen a reducir la inflamación pueden mejorar el bienestar psicológico. En este sentido, se recomienda adoptar hábitos de vida saludables, como hacer ejercicio, seguir una dieta adecuada, mantener una buena higiene del sueño, reducir el estrés y la obesidad y evitar el tabaco y el alcohol2.

El tratamiento farmacológico de la psoriasis también puede tener un efecto beneficioso sobre la salud mental y la calidad de vida. En esta línea, la terapia con agentes biológicos como el ustekinumab o los antagonistas del TNF-α parece mejorar los síntomas depresivos en pacientes con psorisasis2,10. No obstante, algunos estudios han descrito la depresión y otras alteraciones del estado de ánimo como efectos adversos asociados al tratamiento con algunos fármacos, como el ustekinumab, el infliximab, el apremilast o el adalimumab6,7.

El tratamiento psicológico basado en la terapia cognitivo-conductual, la terapia de atención consciente, las entrevistas motivacionales o las intervenciones educacionales e interdisciplinares puede ser útil como terapia complementaria de los pacientes con psoriasis. No obstante, se necesitan estudios más sólidos que corroboren la eficacia y la viabilidad práctica y económica de este enfoque terapéutico8.

Conclusiones

Existe una clara asociación entre la psoriasis y los trastornos de la salud mental, especialmente la ansiedad, la depresión y las ideas de suicidio. Estos trastornos afectan a la calidad de vida de los pacientes y pueden empeorar la evolución de la psoriasis. Por ello, el tratamiento de la psoriasis debe ser multidimensional y debe contemplar la mejoría de las lesiones cutáneas, pero también el bienestar psicológico de los pacientes.

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